María

María vivía con sus padres en una comunidad pequeña y muy conservadora. Ella era inocente, sincera y, sobre todo, el gran orgullo y alegría de su padre. Cuando sólo tenía quince años, ocurrió algo extraordinario. María dio a luz a un bebé varón. Hasta el último momento, nadie había sospechado de su embarazo. Sus padres se sintieron avergonzados y pensaron que una boda de apuro era la única solución. Pero cuando le preguntaron quién era el padre, María juró que nunca había estado con un hombre. Sus padres no le creyeron y encontraron grandes dificultades en mantener al niño en secreto.

Una noche mientras María dormía, su padre entró a su cuarto y se llevó al niño, para luego arrojarlo a las aguas de un río cercano.

María despertó gritando con la sensación de que algo terrible había occurrido. Cuando salió vio a su padre regresando a la casa. Presintiendo lo peor María se dirigió hacia el río. Pero cuando llegó ya era demasiado tarde tanto para el niño como para ella: de su cuerpo emanaba sangre..

María dejó una huella de sangre a lo largo de la orilla del río. Luego de su desaparición, la gente del pueblo comenzó a ver apariciones de una joven llorando en las proximidades del río y llevando un bebé en sus brazos. Estas imágenes continúan repitiéndose en la actualidad.
Contribución de: Un creyente